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Un proyecto de piscina flotante filtrará las aguas del East River neoyorquino como ejemplo de regeneración urbana e innovación social.
A mediados del siglo XX el Támesis quedó declarado como río biológicamente muerto. Aunque hoy se ha ido regenerando por medio de diversas medidas de saneamiento, es un ejemplo del triste destino de muchos ríos a su paso por las grandes ciudades. Aún hoy, a pesar de todas las soluciones aplicadas, pocas personas se aventurarían a darse un baño. Sin embargo, Nueva York pretende que sus habitantes se den un chapuzón en el East River, un río que ha sido sinónimo de contaminación, barcazas industriales y paisajes grises, sin correr riesgo alguno. La clave reside en +POOL, un proyecto que lleva más de una década gestándose y que colocará una piscina flotante en plena vía fluvial.
Lo primero que llama la atención de esta estructura es su forma de cruz, o de símbolo “+” debido a su funcionalidad. Cada uno de sus brazos estará dedicado a un uso distinto: una zona infantil, un área para entrenamiento deportivo, un espacio de relajación y una zona abierta para actividades recreativas. El resultado de sumar esos cuatro brazos es una gran piscina de ochocientos metros cuadrados con capacidad para cientos de bañistas.
Más allá del diseño icónico, +POOL busca democratizar el acceso al agua en un entorno urbano. Forma parte del plan NY SWIMS, una iniciativa que persigue la creación de nuevas instalaciones públicas para la natación, con especial atención a comunidades históricamente desatendidas. Según sus impulsores, se trata de la mayor inversión pública en instalaciones acuáticas desde los años treinta del siglo pasado.
Pero la clave de +POOL no reside tanto en su forma como en su sistema de filtración pasiva que la convierte en una piscina sostenible. El agua que fluye por el East River entra directamente a través de la estructura flotante y pasa por un conjunto de membranas de alta eficiencia que eliminan residuos sólidos, bacterias y contaminantes sin necesidad de cloro ni otros aditivos químicos. A esto se suma una fase de tratamiento con luz ultravioleta que garantiza la desinfección final.
Este proceso permitirá filtrar casi cuatro millones de litros diarios, lo que no solo abastece la piscina, sino que contribuye a devolver el agua más limpia al entorno. En caso de lluvias intensas o episodios de contaminación, el sistema se detiene automáticamente mediante sensores que monitorizan en tiempo real la calidad del agua.
Otro aspecto curioso de este proyecto es el enfoque utilizado en su construcción. La piscina, como si fuera un barco, se está construyendo en el astillero Bollinger, localizado en Pascagoula (Misisipi). Allí se ha finalizado el primer módulo rectangular de 185 m² que servirá como piloto del proyecto. Posteriormente, la estructura se remolcará por mar hasta un muelle en el Lower East Side. Está previsto que el viaje se prolongue durante más de tres semanas bordeando Florida y la costa atlántica.
Una vez en su destino, el módulo se someterá a pruebas técnicas y ensayos hidrodinámicos. Si los resultados son positivos, se avanzará hacia la instalación definitiva de la piscina completa. Las estimaciones de los impulsores del proyecto indican que la estructura estará operativa durante el verano de 2026.
Además de ofrecer un lugar seguro para nadar y purificar el agua del río, esta piscina flotante servirá como plataforma educativa. Está previsto que acoja actividades para escolares, programas de formación en monitorización ambiental y talleres sobre ecología urbana.
Aunque el proyecto es una iniciativa pionera en Nueva York, sus promotores ya han anunciado su deseo de replicarla en otras ciudades. Quizá en los próximos años urbes como Tokio o Londres se beneficien de un sistema que combina infraestructura flotante y filtración pasiva con el foco en la regeneración urbana.
El camino hasta aquí no ha sido sencillo. Desde su concepción inicial en 2010, el proyecto ha pasado por varias fases de validación técnica, prototipado y búsqueda de financiación. En paralelo, ha logrado captar la atención de instituciones como el ayuntamiento de Nueva York que han destinado cerca de dieciséis millones de dólares para su desarrollo.
Si las pruebas del módulo piloto son satisfactorias, +POOL podría convertirse en un icono del urbanismo sostenible. No solo por su capacidad de limpiar agua, sino por su valor como catalizador de una ciudad más habitable y resiliente.
Iniciativas como esta piscina se suman a otros trabajos como estas marquesinas refrigeradas y alimentadas con energía renovable de las que hablamos hace algún tiempo. El objetivo es el mismo: afrontar los retos del cambio climático y la contaminación desde la innovación tecnológica y social.
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