Nanotexturas para resolver un problema histórico
Un líquido lubricante capturado entre las nanotextura y la acción capilar evita la acumulación de residuos dejados por el agua
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La carrera tecnológica para hacer frente a los incendios forestales se traslada a los aviones sin tripulación y a la gestión cada vez más orquestada de los datos.
Pocas cosas ponen a prueba de forma tan radical la panoplia tecnológica como los desastres naturales. Nunca parece llegar el día en el que estaremos completamente preparados para ellos. Ni siquiera hay que fiarse de lo supuestamente obvio. Albrecht Beck, fundador y CEO de Prepared International, asesor de la ONU para la recuperación tras desastres naturales y ponente habitual del certamen Disasters Expo, explica que en Hawái se evitaron muchas muertes durante los devastadores incendios forestales de 2023 precisamente porque no se activaron las alertas.
“En el caso de los incendios en Hawái, no hubo advertencia porque el único desastre que la gente conoce allí, la amenaza número uno, siempre ha sido el tsunami”, dice Brecht. “De modo que, en caso de que se hubiera emitido una advertencia, la gente habría corrido hacia la montaña, es decir, hacia el fuego”.
La colaboración es clave para hacer frente a un fenómeno natural capaz de causar daños récord este año en California (Estados Unidos), estimados en una cifra sin precedentes de 165 mil millones de dólares. Según el Joint Research Center de la Comisión Europea, más de 60.000 fuegos queman una media de 500.000 hectáreas al año cada año en la UE. Se cobran víctimas humanas y causan unos dos mil millones de euros en pérdidas.
El pasado 17 de junio, los líderes del G7 adoptaron la Carta de Incendios Forestales de Kananaskis, un compromiso sin precedentes. La gestión de la tecnología contra los incendios forestales ocupa un lugar relevante en esa declaración. Paralelamente, iniciativas como la plataforma Firefighting Technologies de la Oficina Europea de Patentes (EPO) han nacido para recopilar las mejores ideas y ofrecérselas a empresas y administraciones.
Impacta que un experto en las tareas de reconstrucción como Albrecht Beck ponga el acento, sin embargo, en la fase previa al desastre: “Después es siempre demasiado tarde, hay que ganar en la fase de preparación, no cuando el desastre ha golpeado a un nivel tan asombroso”, dice.
En el caso de los incendios forestales, esa es la gran asignatura pendiente en todos los países. El gasto público para la extinguirlos sigue siendo hasta seis veces mayor que el asignado para la prevención. La OCDE ha advertido, en ese sentido, de los frecuentes “préstamos de incendios”, es decir, la práctica de desviar fondos destinados a la prevención de incendios para financiar la respuesta de emergencia y la recuperación.
La innovación, en el caso del fuego, debe articularse de forma multidisciplinar. El Centro de Ciencia y Tecnología Forestales de Cataluña, en España, ha puesto en marcha, dentro del proyecto FIRE-RES, 11 Laboratorios Vivientes, campos de pruebas al aire libre en los que bomberos, investigadores, agricultores y comunidades locales han podido probar innovaciones en la lucha contra incendios, como alertas tempranas basadas en drones, quemas prescritas y materiales de construcción resistentes al fuego.
El proyecto FPInnovations’ Wildfire Operations Research de Canadá ha usado máquinas de humo de nivel industrial cinematográfico para entrenar a las tecnologías de alerta de incendios a reconocerlos. Actualmente, proporciona los datos a los proveedores de tecnología interesados en entrenar su inteligencia artificial (IA).
Un ecosistema digital de plataformas de datos será crucial para ayudar al mundo a comprender y combatir los incendios los próximos años. La UE ha puesto en marcha el programa EFFIS y el proyecto de ACERO en Estados Unidos aprovecha la experiencia de la NASA para desarrollar un sistema de gestión del tráfico aéreo que permita a los drones extinguir incendios también en los momentos con poca luz y falta de visibilidad. ACERO se ha dotado recientemente de un sistema portátil de gestión del espacio aéreo (PAMS), del tamaño de un maletín, para ayudar a los pilotos de drones.
Hace falta disponer de datos en tiempo real de calidad. EURO1k es el primer modelo meteorológico numérico capaz de cubrir Europa y partes del norte de África con una resolución de un kilómetro. La empresa que lo ha desarrollado asegura que puede modelar con precisión incluso fenómenos meteorológicos pequeños, como tormentas eléctricas, granizo y temporales.
Ya hay satélites capaces de detectar un incendio en apenas un minuto; y el sistema ALERT lo verificó en tres minutos gracias a su red de cámaras y sensores coordinados por las universidades de Reno, Nevada y Oregón. La española Technosylva integra los datos de las fuentes geoespaciales, las gubernamentales clasificadas y del GPS de los bomberos en el terreno para crear simulaciones dirigidas a orientar la toma de decisiones en tiempo real. Su software, utilizado por compañías eléctricas, permite gestionar más de 20.000 incidentes al año en todo el mundo.
Combinar tecnologías nuevas de detección y extinción marca el camino hacia el éxito. FireMap es una plataforma basada en inteligencia artificial desarrollada por WIFIRE Lab, una spin-off del Centro de Supercomputación de San Diego, que puede crear en minutos un mapa predictivo de la trayectoria esperada del incendio. Por su parte, la Universidad de Stanford ha creado un gel ignífugo que actúa como un escudo para proteger las masas forestales.
Junto a la producción de datos, otra de las carreras tecnológicas más apasionantes se desarrolla en el mundo de la aviación no tripulada. China ha comenzado oficialmente la producción en masa del AG600 Kunlong, el avión anfibio más grande del mundo, desarrollado por la Corporación de la Industria de Aviación de China (AVIC). Cuenta con una autonomía de cuatro mil quinientos kilómetros y puede transportar doce toneladas de agua para la extinción de incendios.
Los drones pueden convertirse en la solución más eficiente para conseguir una mitigación temprana de los incendios. El avión de Windracers Ultra de ala fija tiene capacidad para más de cien kilos de productos químicos ignífugos y está equipado con inteligencia artificial de la Universidad de Sheffield. Utiliza imágenes térmicas y ópticas para detectar y evaluar automáticamente los incendios.
El sistema Ignis, un dispositivo en forma de embudo que se monta en la parte inferior de un dron, puede arrojar cuatrocientas cincuenta pequeñas bolas incendiarias en unos cuatro minutos, conocidas como huevos de dragón. Incluyen dos sustancias químicas que reaccionan después de tocar el suelo, iniciando pequeños incendios deliberados para negar el combustible a uno mayor que se aproxima.
Además, una empresa canadiense prepara drones cuadricópteros para el fuego al colocarles sensores con algoritmos de enjambre de IA bien conocidos en el ámbito de la defensa. Su verdadero valor diferencial es que cada aparato puede levantar 400 kilos, la tercera parte que un helicóptero normal, y pueden volar por la noche.
“Ahora la tecnología sencillamente puede manejar muchos más datos”, concluye Albrecht Beck. “Enjambres de drones pueden tener una cobertura en tiempo real de la situación en una cierta área y la inteligencia artificial puede hacer uso de esos datos. Hace cuatro o cinco años, todavía nos desbordaba, no se podía lidiar con todo ello por cuestiones de tiempo. En un desastre no se podía manejar toda la información que sí se interpreta ahora con la inteligencia artificial”.
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